La memoria vence al tiempo

"Alemania año cero", de Rosellini, tiene una escena sobrecogedora: una señora mayor barre el piso de su casa que no tiene paredes. Esa persistencia en el gesto, ese habitar una memoria de los precedimientos, un catálogo de formas y costumbres, incluso a pesar de la devastación, es también una forma de olvido.


Habitar la memoria puede ser un camino a la desolación. Como sucede en El año del desierto, la intemperie avanza tanto como se desrecuerdan los acontecimientos de la vida colectiva, tanto como, cada vez, la memoria colectiva produce la ilusión de la conjura del tiempo, a favor de un recuerdo empalagoso de lo que alguna vez fue.

Si se combinan, la rutina fantasmal de los rudimientos de lo cotidiano, aunque monstruoso, y la elegía del retorno como mito redentor, son capaces de delinear una escena cálida, épica de la nada, puro espectáculo. Muchas veces, Las organizaciones guardan como un tesoro esa recurrencia.


Habitar el pasado es habitar la intemperie.